viernes, 25 de febrero de 2011

El hombro

Un día mi madre me preguntó que cual era la parte más importante del cuerpo. A través de los años trataría de buscar la respuesta correcta. Cuando era más joven, pensé que el sonido era muy importante para nosotros, por eso dije: "mis oidos, Mamá".
Ella dijo: "No, muchas personas son sordas y se arreglan perfectamente. pero sigue pensando, te lo preguntaré de nuevo".
Varios años pasaron antes que ella lo hiciera. Desde aquella primera vez, yo habia creído encontrar la respuesta correcta. Y es así que le dije:"Mamá, la vista es muy importante para todos, entonces debe ser nuestros ojos".
Ella me miró y me dijo, "Estas aprendiendo rapidamente, pero la respuesta no es la correcta por que hay muchas personas que son ciegas, y salen adelante aún sin sus ojos."
Continué pensando cual era la solución. A través de los años, mi madre me preguntó un par de veces más, y ante mis respuestas la suya era: " No, pero estas poniendote más inteligente con los años, pronto acertarás."

El año pasado mi abuelo murió. Todos estabamos dolidos. lloramos. Incluso mi padre lloró. Recuerdo esto sobre todo porque fue la segunda vez que lo vi llorar. Mi madre me miraba cuando fue el momento de dar el adiós final al abuelo. Entonces me preguntó, "No sabes todavía cual es la parte más importante del cuerpo, hijo?"
Me asusté cuando me preguntó justo en ese momento. Yo siempre había creído que ese era un juego entre ella y yo. Pero ella vió la confusión en mi cara y me dijo, " Esta pregunta es muy importante. Para cada respuesta que me diste en el pasado, te dije que estabas equivocado y te he dicho por qué. Pero hoy es el día en que necesitas saberlo."
Ella me miraba como sólo una madre puede hacerlo. Ví sus ojos llenos de lagrimas, y la abracé. Fue entonces cuando apoyada en mi, me dijo, "hijo, la parte del cuerpo más importante es tu hombro."
Le pregunté, "¿Es por que sostiene mi cabeza?", y ella respondió: "No, es porque puede sostener la cabeza de un ser amado o de un amigo cuando llora. Todos necesitamos un hombro para llorar algún día en la vida, hijo mío. Yo solo espero que tengas amor y amigos, y así siempre tendrás un hombro donde llorar cuando lo necesites, como yo ahora necesito el tuyo."
No lo olvides: Tú debes de tener amigos, y todas las veces que sea necesario presta tu hombro para que puedan llorar de alegría o de tristeza.

martes, 22 de febrero de 2011

WTF!?

Sms de ella a el: Te extraño...
El: Yo tmb...
Ella: Y entonces por que no estamos juntos?!
El: No s

5/8 Profecías (La Biblia - 1971) Vox Dei

Vox dei - Profecias

lunes, 21 de febrero de 2011

Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,

y tiritan, azules, los astros, a lo lejos».

El viento de la noche gira en el cielo y canta.


Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda, 1924